sábado, 8 de noviembre de 2008

Memoria histérica




















Con la iglesia hemos topado amigo Garzón.
En 1978 firmamos La Inocente, La Constitución que todavía hoy es nuestro referente legal y moral, caballo de Troya de nacionalistas, catecismo de los valedores de la justicia. Aquellos fueron años de Mundo Obrero y manifestaciones de albañiles furibundos que arrasaban con la policía gris echando garbanzos a los pies de los caballos para desmontar a los maderos. Fueron años de reivindicaciones hoy demodadas y obsoletas. Entonces perdonamos a los herederos de la Dictadura: la policía, los jueces, los empresarios, la iglesia, pero ¿acaso no seguían siendo los mismos? Los mismos que heredaron la adjudicatura, las comisarías, la empresa privada, los confesinarios? Entonces perdonamos porque había que echar a andar y a respirar. Pero hoy, ¿qué nos impide abrir grietas en la memoria para ver dónde están nuestros muertos? No obstante no creo necesaria esta diligencia contra algo que sabemos evidente: los muertos, muertos están. ¿Por qué no exhumamos las cuentas corrientes de aquellos que se enriquecieron con la Dictadura de Pakito Franco? ¿Por qué no desvestimos de su toga a aquellos jueces que mandaron al garrote vil a comunistas y después se hicieron valedores de la democracia? ¿Por qué no desheredamos a los amigos del régimen de las tierras que nos robaron en todos los pagos de España? Eso sí sería recuperar la memoria histórica e histérica. Ya está bien de que nos tomen por escuincles y analfabetos. Somos buena gente hasta que nos tocan los huesos. Fdo.: Josegura

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