Algo se mueve en Sanlúcar

En los últimos meses se han producido algunas novedades merecedoras de reseña. No sólo la aparición sensacionalista de nuestra ciudad con funestos motivos de tráfico de estupefacientes. Yo no sé si la gente se ha paseado por el Camino Munive. Además de contar con una carretera que nos ha facilitado el acceso a las playas vecinas, un número importante de deportistas ha recuperado el gusto por pasear en bici entre las viñas. Hace poco, los medios de comunicación generales daban a conocer el importe de la inversión de la Junta de Andalucía en infraestructuras deportivas en nuestra ciudad, más carril bici, pabellón deportivo y más piscina cubierta. Esperamos con los dedos cruzados la ejecución de estas obras sin que ningún céntimo de euro se desvíe en otros gastos... Pero si aplicamos la buena fe a nuestros políticos, hemos de reconocer que Sanlúcar ha cambiado y está al menos intentando salir del estatismo y la postración en la que la habían sumido. Es ya un clásico denostar a la Diputación de Cádiz, a la Junta de Andalucía, al Gobierno Central e incluso al Parlamento Europeo, por el abandono en que nos tienen a los 64.000 votantes y contribuyentes del sistema de recaudación. Sólo basta decir que para escuchar algunas emisoras de radio autonómicas, tienes que irte a Jerez o al Puerto. ¿Sanlúcar no es Cádiz, no es Andalucía, no es Europa? Pues que empiecen las administraciones correspondientes a nutrirnos con sus inversiones públicas. Que no acaben con la viña, la pesca, la construcción y que después nos llamen traficantes. El abandono de Sanlúcar es secular, y se soprenden cuando salta el 621 por ciento de crecimiento en vehículos y demás. Si estamos en manos de Dios, demasiado que nos queremos y no andamos dándonos manporros, porque desde fuera no va a venir la solución a nuestros problemas, ya los sabemos, somos los hijos pobres de todas las administraciones, los olvidados de los olvidados, y encima sólo aparecen para insultarnos y llenarse la boca algunos banqueros más ladrones que Caco y más maleantes que estudiantes a paje, como dijo Cervantes.