miércoles, 17 de diciembre de 2008

Tranportes impúdicos

El curso que viene un sobrino comienza sus estudios universitarios en Cádiz capital. Es motivo de alegría visto el panorama que se cierne sobre los jóvenes sin estudios. Pero a la hora de instalarse se da la contradicción más fuerte que conozco. Un horario de estudio normal con clases por la mañana y por la tarde, podría ser compatible casi todos los días con un transporte público razonable y organizado, con una flota amplia y eficiente. Pero ese no es el caso de Sanlúcar. El autobús que ha de transportar a mi sobrino desde Sanlúcar, tarda algo así como una hora y treinta minutos -en el mejor de los casos- en llegar a la capital. Si el autobús llega sin demora de Chipiona, y si el chófer no se pone a charlar con algún amigo en alguna de las rotondas del V Centenario, y no va recogiendo pasajeros en cualquier esquina o intersección o cruce de la carretera, y no se pierde por las calles de El Puerto -cuatro paradas en la Plaza de Toros- no se distrae por las calles de Valdelagrana, no le coge un corte en Astilleros, Trocadero o Puerto Real, llega a la Avenida del Hospital en Cádiz, donde tiene cinco paradas, por fin llega a Plaza de España unas dos horas después. Si el campus universitario elegido por mi sobrino es el de Sevilla, la cosa se hace interminable. La cuestión es que se tarda más en llegar a Sevilla o Cádiz en autobús que a Londres o Bilbao en Avión desde Jerez. Los medios públicos de transporte desde Sanlúcar se han reducido a una guagua para transportar a pensionistas que no tienen prisa ni nada mejor que hacer que mirar el paisaje por la ventana, y los chavales y chavalas estudiantes de Sanlúcar tienen que pagar un alquiler a sólo treinta kilómetros de su casa porque los autobuses de línea son tercermundistas. Así nos va y gracias. Fdo.: Josegura
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