Fertiberia arroja uranio y otras aliños a las tierras del Bajo Guadalquivir, el entorno más cercano de Doñana

Cuando uno piensa en un ladrón o en un maleante o en un asesino -etimológicamente fumador de hachís-, se le viene a la cabeza la imagen de algún embozado, con pistola esperándonos a la vuelta de una esquina para rajarnos las tripas con su navaja de muelles y de ahí a la morgue. Pero curisoamente los asesinos de hoy día se visten de Jaguar XJS de doce cilindros y viven a muchísimos kilómetros de lugar de explotación de sus empresas contaminadoras. Es el caso de Fertiberia con sus fosfoyesos, que un reciente estudio independiente del Seprona advierte de la emisión de sulfatos, calcio, sodio, fósforo y metales tóxicos entre los que se encuentra el uranio. Y así de nuevo me viene la imagen del embozado de Goya, esta vez en forma de cáncer que te manda la hospital para recibir radioterapia o quimioterapia. A lo suavón estos hijos de puta nos envenenan las aguas que usamos para regar, los acuíferos, el río, el entorno natural y nos llenan de cáncer y tumores malignos por toda la jeta.
Hoy hablaba con mi jefa y le decía que no era un día para reprimirse verbalmente, no se los puede llamar ladrones, ni especuladores ni malagente, sino limpia y llamamente CABRONES. Una amiga que me estima literariamente hablando me sugería el otro día que no debía emplear vocablos soeces porque su hijo, que es fan, se asusta al leer esas disfemias de las que soy habitual en mi escritura, pero insisto, los de Fertiberia son una mancha de cabrones (lo siento RAE, manuales de estilo, manuales de urbanidad), hijos de Puta, así les salga un cáncer en la cartera y se gasten todo el dinero ganado en medicinas. Fdo.: José Antonio Segura Velasco
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