La legislatura se agota en un momento especialmente crucial para el futuro de algunos sectores productivos como lo es el de la construcción. Que este sector ha tocado techo lo indican los marcadores económicos y las oficinas del desempleo. También lo han notado los pilares de la sostenibilidad, el medio ambiente, el litoral, el patrimonio cultural e histórico. El momento de bonanza económica ha enriquecido a unos pocos y ha desorientado a una gran masa "obrera", que ahora se ve con hipotecas insostenibles y con facturas dilatadas sine die. La burbuja inmobiliaria que ha llenado las calles de cuatroporcuatros, agentes cormerciales, oficinas de negocios de construcciones, inmobiliarias, ha estallado dejando con el culo descubierto a la parte más débil: el currito de calle. No nos alegra pensar que el futuro de estos jóvenes sea el desempleo. Pero era obvio pensar que tarde o temprano esta babélica torre del ladrillo iba a caer desplomada por puro vicio. El resultado a la larga no nos ha beneficiado en nada. Sanlúcar no está mejor que en el año 2000. Las calles han sido arrasadas por una turbamulta de vehículos pesados que han campado a sus anchas destrozando cualquier rastro de urbanidad, las avenidas proyectadas acaban en una camino de cabras, el pueblo ha crecido por donde le ha dado la gana a cualquier constructor analfabeto -el caos circulatorio es prueba de ello-, no ha habido en la Gerencia de Urbanismo ni una sola persona interesada en mantener el Patrimonio de Sanlúcar, y el resultado es esta ciudad que queremos pero que nos abruma, un monstruo de hormigón que se nos escapa de la imaginación. Y ahora, que se nos pide el voto para mandar al parlamento a esos gestores de la democracia y del desarrollo, me planteo mil preguntas en forma de pesadillas, y entiendo a esos jóvenes que no van a votar porque les coge de resaca el domingo 9 de marzo, los entiendo aunque yo, personalmente, me levante y vaya a ejercer mi derecho. Fdo.:Josegura
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