Resulta aclarador saber que la administración autonómica considera que los docentes somos un poco vagos o flojos o ataráxicos o lánguidos y que no sudamos la camiseta, que tenemos más vaciones que los Reyes Mágicos. Es verdad, tenemos muchas vacaciones, afortunadamente. Y digo esto porque nuestro trabajo se ha convertido en la mayoría de los casos, en un oficio de riesgo, en el que te quedas con el culo al aire a poco que un padre o un alumno te insulte, golpee, escupa o vomite encima. No hay problema en que los pasillos de los centros públicos se hayan convertido en zonas donde es peligroso pasear, no hay problema. No importa que un alumno te diga gilipollas y tú estés más desnudo que tarzán en un juicio. No importa que te insulten y planifiquen una secuencia de vídeo en un móvil para colgarlo en Internet, no importa.
Flipo en colores cuando me dice la administración que vaya a trabajar por las tardes, que me lo van a pagar en salud y bienes con su plan de calidad o cuando me dicen que vaya a cursos de prevención del estrés, que asista a cursos de foniatría para la perdurabilidad de mis cuerdas vocales, cuando en realidad lo que quieren los docentes es llegar a su casa y meterse un relajante muscular para salir de la pesadilla en la que se ha convertido este oficio. Todo el esfuerzo en planificar programaciones, adaptaciones curriculares y demás parafernalias doctrinales se queda en agua de borrajas cuando ves el trato que te da el chavalerío actual, o cuando ves a los padres que piensan que nuestro ministerio es algo así como el de guardar ganado abandonado a su suerte.
No estoy en contra de que se adelante el curso escolar una semana si esto diera empleo a las bolsas de interinos en paro, estoy en contra de que me digan que como trabajo poco y los padres y madres no tienen dónde meter a sus hijos, que me incorpore una semana antes, reconociendo así que mi labor consiste exclusivamente en hacer de guardés de rebaños de hijos que no son capaces de aguantar sus padres uno a uno. Los hijos son para toda la vida y para todos los días de la semana, así que usa la cabeza antes de fabricar uno. Fdo.: Josegura
1 comentario:
La verdad es que la situación está complicada, el problema es que obligan a los niños a asistir a unas clases a que no les importan nada y por las que no se ven motivados. Yo creo que hay una solución, aunque no es fácil llevarla a cabo ni convencer al personal de que es de las pocas soluciones que existen. La solución que yo creo que es la mejor es eliminar el carácter obligatorio de la enseñanza secundaria, y, sin embargo para conseguir que vayan al instituto a estudiar, no dejar que ningún joven que no tenga el graduado de enseñanza secundaria conduzca una moto, así todos querrían sacarse la enseñanza secundaria para poder conducir la moto, e irían al instituto a estudiar y no a hacer el ganso. No sé cómo lo ves tú.
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