sábado, 17 de enero de 2009

Israel, entre Bush y Obama






Porque un negro llegue a la Casa Blanca, ésta no va a volverse Negra. En el intersticio de la interinidad entre un Presidente americano y otro, un pueblo sin pasado ni futuro, el israelí, abusa de todo su poder contra un pueblo machacado y fumigado como una rata. Pero el daño que sus bombas de racimo y su operación descaradamente ilegal están haciendo, no lo están sufriendo sólo los palestinos sino un pueblo que se hermana para estos afeites de la solidaridad, el pueblo musulmán. Y hoy por hoy, nos sentimos más musulmanes que cristianos ni jodíos. El ejército más poderoso del mundo en manos de un subnormal sin escrúpulos se convierte en una bomba de relojería para su propia población -véase si no el número de negros marginales que ya ha muerto en Irak-. Y es que detrás de visor de esta querra no sólo hay un judío apretando el gatillo, quienes sufragan cada una de las bombas que sirven de campaña electoral a la ultraderecha hebrea es el puto presidente de EEUU, la señora Condoleezza, que no usa vaginesil, porque no realiza sexo, y que es negra como la noche. Mientras observamos en yutuve desde la placidez de nuestra casa cómo funciona un escáner tridimensinal para masacar a un pueblo sin tiritas, para el corazón partío, Estados Unidos siembra el odio tribal entre los pueblos del mundo para justificar lo injustificable la guerra que nutre los bolsillos de sus fabricantes de armas. ¿Qué puede hacer un pueblo con las fronteras cerradas, sin luz, ni agua, ni hospitales? Sólo les queda desaparecer o autofagocitarse. Como en los guetos judíos de la Alemania Nazi. ¿Y la UE? ¿Adónde miran sus ojos? Qué vergüenza de Europa, de ONU, de OTAN. No pisha, yo no soy europeo, ni americano, ni judío, ahora soy musulmán.

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