La conocí una madrugada de eclipse de fines de otoño, en el cielo se dibujaron señales de esa eternidad que las brujillas otorgan a sus seres queridos. No recuerdo si era un perro antes de conocerla y me transformó en persona o si era una persona y me transformó en perro. No sé lo que soy, pero la amo. Es mi omaíta y la quiero.
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