domingo, 21 de febrero de 2010
Se inunda el Pago Las Minas
viernes, 19 de febrero de 2010
Un mundo para Okada
En todo libro hay un cuarto oscuro. Al principio llamamos a la puerta, leemos el título que dice Gran obra el pensamiento etrusco. Y creemos que dentro hay gente, personas, máscaras y pasamos la portada pensando que hemos entrado en una habitación. A oscuras, en la penumbra que propicia la ausencia total de ventanas y rendijas, tenemos que ir encendiendo personajes, luces, ideas de la cosa y, sin querer, estamos imaginando, fabulando sobre lo que no hay, sobre esas letras etruscas que leídas una tras otra hacen palabras, que pensadas en voz baja hacen frases y abstraídas ideas y texto ridículo, o novella al estilo compadre, motivo por el cual no todos llegan a la categoría de best seller, aunque sí a la de libro con grapas. Ediciones amigas, autoediciones. Pero el orgullo obrero del letrista de carnaval o del guionista de TV, están por encima del dolor de la ignorancia del gran público, ese gran prostituto de la flojera intelectual, que pretende que el wifi o el espíritu santo le transfiera la gran sabiduría de aquellos libros griegos pasados por Etruria al alfabeto latino. O las porciones fileteadas del Quijote de Okada, el Quijote en Japonés con pictogramas de kung fú.
Kiwi en la TV
Un matrimonio aplaude a Kiwi, la gran surfera neozelandesa. Son dos en pareja. Par doble de un medio. Dos. Multiplicados por la presión fiscal, unocomadós. A los que amortizando el doscomadós porciento de interés inverso, queda uno. Iba uno por la Gran Vía y cayó en la boca del metro Sevilla. Nemo. Cero personas. Nadie. Iba nadie por la calle y se encontró con alguien. Y ese alguien que conmina a su espíritu a multiplicarse se bifurca moralmente en cuerpo y alma. Dúo. Dos. Cuerpo y espíritu se toman unas cañas en la esquina de Cervantes con Garcilaso. A la salud de Kiwi esa gitana pelirroja maorí que se desliza por la pantalla de plasma poniendo en riesgo la integridad de los moradores del bar con su tabla de snow board.
Cigarrillos ingleses
Cuando el combustible echa fuego es porque arde. Y la luz y los elementos se encienden. Se hace la luz del día. El sol joven y fuerte, como dijeran la Lole y el Manué. En una peli de Tarantino, las agujas del reló van patrá porque están siendo reflejadas en un espejo. Las horas pasan lentas a la espera del juez, porque trae el veredicto en un perfecto inglés. Los narcos llanitos, gibraltareños, circulan por las rotondas en sentido inverso a las agujas del reló porque en su país las motocicletas llevan el manillar a la derecha. El Big Ben de Algeciras son las altas torres de Hércules pero sin reló, se le ha quemado la maquinaria y echa fuego o jumo. Jumera garantizada a los viandantes.
Disfrutando del dolor ajeno
Como soy egoísta ni te miro ni te ayudo ni te presto mi hombro para que plañas. Pero como mi cultura y mi pueblo llevan prodigando tantísimos y antropológicos milenios la caridad hipócrita, seré amable y tangible a tu necesidad perentoria de que sea tu vecino. Y te quiero y te ayudo. En el monte Wu hay un monje que se acostó sobre un lecho de flores y se convirtió en flores, fruto, cómo no, del mimetismo taoísta.
viernes, 12 de febrero de 2010
La Crisis llega al Convento de Santa Cruz en Córdoba
Las 17 monjitas se preguntan qué hacer para pagar la electricidad porque están heladas y no tienen dinero. Está claro que el camino para conseguir dinero es TRABAJAR, CÓÑO, LO QUE HACE TODO EL MUNDO PARA PAGAR LAS LETRAS Y LLEGAR A FIN DE MES.
miércoles, 10 de febrero de 2010
sábado, 6 de febrero de 2010
jueves, 4 de febrero de 2010
4.000.000 de desatres
4.000.000 de parados
La solidaridad entendida como un horario laboral o como un descuento de los salarios no debería afectar a la economía de los contratados fijos, de los funcionarios y de los empleados de las corporaciones públicas. Pero la fe en los demás no existe y parece que en tiempos de crisis nos volvemos especialmente egoístas para con los que, desgraciadamente, están empezando a carecer de sueldo y del cualquier tipo ayuda. A continuación vendrán, como ya vimos en momentos previos a la puñetera burbuja inmobiliaria, familias desestructuradas, jóvenes tirados al menudeo con drogas, delincuencia abundante y un enrarecido ambiente de violencia social. Yo desde luego, llegado el caso de verme sin sustento, buscaría a aquellos que sé que se largaron con la pasta y me dejaron con el culo al aire, empresarios, intermediarios, especuladores y especialmente a la banca choriza y ladrona de este país de santos inocentes. Porque ese dinero, que entonces fluía y corría a raudales por todas las calles de Sanlúcar, tumbando viejos ejemplos del patrimonio arquitectónico a cambio de modernas construcciones que hoy están vacías, sin ocupar o abandonadas por la imposibilidad de soportar la hipoteca (a 50 years only), ese dinero, insisto, en algún sitio estará guardado o enterrado, escondido a la espera de mejores tiempos para la especulación. Y mientras tanto el gobierno se cierra en banda y dice que la culpa de la crisis la tiene la jubilación a los 65 años, poniendo como ejemplo la consabida comparación del albañil en el andamio y el maestro ante la pizarra. Seremos solidarios pero no gilipollas al admitir la necesidad de colaborar contra la crisis que padecen los olvidados de siempre, los pobres, pero pensar que vamos a currar con alopecia en los güevos, eso no se lo cree ni el ministro de trabajo ni san Judas Tadeo. Hace apenas tres años, los funcionarios éramos unos estúpidos que trabajábamos por 1800 euros, cuando un currito de la construcción ganaba 3000 eurazos poniendo ladrillos. Hoy los funcionarios somos los culpables de esta crisis porque nos chupamos los impuestos de los contribuyentes. A mí no me trae sin cuidado esta jodida crisis, pero yo no la creé ni la inventé y mi solidaridad no raya en la estulticia. Los ladrones están en otro lado, agazapados y embozados para chuparle el cuello a los futuros gilipollas de este castizo país de ladrones. Fdo.: Josegura