jueves, 4 de febrero de 2010

4.000.000 de desatres




4.000.000 de parados

La solidaridad entendida como un horario laboral o como un descuento de los salarios no debería afectar a la economía de los contratados fijos, de los funcionarios y de los empleados de las corporaciones públicas. Pero la fe en los demás no existe y parece que en tiempos de crisis nos volvemos especialmente egoístas para con los que, desgraciadamente, están empezando a carecer de sueldo y del cualquier tipo ayuda. A continuación vendrán, como ya vimos en momentos previos a la puñetera burbuja inmobiliaria, familias desestructuradas, jóvenes tirados al menudeo con drogas, delincuencia abundante y un enrarecido ambiente de violencia social. Yo desde luego, llegado el caso de verme sin sustento, buscaría a aquellos que sé que se largaron con la pasta y me dejaron con el culo al aire, empresarios, intermediarios, especuladores y especialmente a la banca choriza y ladrona de este país de santos inocentes. Porque ese dinero, que entonces fluía y corría a raudales por todas las calles de Sanlúcar, tumbando viejos ejemplos del patrimonio arquitectónico a cambio de modernas construcciones que hoy están vacías, sin ocupar o abandonadas por la imposibilidad de soportar la hipoteca (a 50 years only), ese dinero, insisto, en algún sitio estará guardado o enterrado, escondido a la espera de mejores tiempos para la especulación. Y mientras tanto el gobierno se cierra en banda y dice que la culpa de la crisis la tiene la jubilación a los 65 años, poniendo como ejemplo la consabida comparación del albañil en el andamio y el maestro ante la pizarra. Seremos solidarios pero no gilipollas al admitir la necesidad de colaborar contra la crisis que padecen los olvidados de siempre, los pobres, pero pensar que vamos a currar con alopecia en los güevos, eso no se lo cree ni el ministro de trabajo ni san Judas Tadeo. Hace apenas tres años, los funcionarios éramos unos estúpidos que trabajábamos por 1800 euros, cuando un currito de la construcción ganaba 3000 eurazos poniendo ladrillos. Hoy los funcionarios somos los culpables de esta crisis porque nos chupamos los impuestos de los contribuyentes. A mí no me trae sin cuidado esta jodida crisis, pero yo no la creé ni la inventé y mi solidaridad no raya en la estulticia. Los ladrones están en otro lado, agazapados y embozados para chuparle el cuello a los futuros gilipollas de este castizo país de ladrones. Fdo.: Josegura

1 comentario:

al dente dijo...

Para pagar a los funcionarios no hay dinero, ni para su jubilación tampoco, pero ahora está a punto de llegar la Semana Santa, ¿tendrán dinero para los gastos de esa fiesta de la que sólo disfrutan unos pocos?
Besos, tu sobrina