martes, 19 de enero de 2010


LOS JARTIBLES DE LA FE


Las perlas que han brotado esta semana de las boquitas de nuestros prelados patrios ─Javier Martínez, arzobispo de Granada, monseñor Munilla, obispo de San Sebastián─ han dado qué hablar en los medios digitales e impresos, han suscitado una voraginosa cantidad de críticas de todos los sectores democráticos y razonables y han hecho correr ingentes ríos de tinta, que no de sangre. Si las declaraciones fascistas de tan ilustre curia romana hubiesen salido de la boca de algún político, ya tendríamos al politiquillo jugando al mus en el hogar del pensionista de Paymogo, quitado de la vida pública por un decretazo o por una dimisión forzada. En cambio estas cabras locas de la sotana sodomita, alimentan de odio y de machismo socavado nuestra vida pública y vuelven a sus colegios de monjas y de curas con la sensación del deber cumplido. Y se quedan tan panchas. En revistas internáuticas como Caducahoy o El Jueves estas sotanas ilustres salen desdibujadas para gozo y disfrute de los avispados lectores, que vivimos con el corazón encogido viendo las imágenes de Haití. La odiosa comparación de la situación espiritual de los españoles con el desastre de los haitianos me parece vergonzosa, por no decir lamentable y de juzgado de guardia, por ello nos sentimos autorizados a emplear epítetos soeces para referenciar a semejantes cabestros. Igualmente obscenas y discriminatorias han sido las declaraciones del prelado mayor de la santísima Graná, ese siudá de la fe, en las que se induce a la violencia machista contra las mujeres, aborten o no. Yo me pregunto por qué diablos no lo abortó su madre, y nos hubiese ahorrado semejante dislate de personajucho facha y retraído mental. Porque sólo de la mente de un disminuido mental, con perdón de los disminuidos, pueden salir palabras tan discriminatorias y tan sexistas. Esta es la curia romana y esos sus esbirros. Y los contribuyentes pagando con impuestos los sueldos de los profesores de la santa fe, y las sotanas bien planchadas de sus monseñoras, mientras el mundo entero se consterna por las imágenes que proceden de Haití. Vergüenza ajena es lo que nos dan. Fdo.: José Antonio Segura Velasco

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